
Joe Biden fue juramentado como el presidente 46 de Estados Unidos, tomando el timón de un país profundamente dividido y heredando una confluencia de crisis mayor que la enfrentada por ninguno de sus sucesores.
En su discurso inaugural, Biden afirmó que es deber de todo ciudadano estadounidense, pero especialmente de sus líderes democráticamente elegidos, “defender la verdad y derrotar la mentira”.
“La democracia venció”, agregó. La ceremonia se realizó en una época de gran turbulencia e incertidumbre nacional, en un palacio legislativo que apenas días antes fue asaltado por una turba de extremistas políticos.
En un día frío de nevadas ligeras, acudieron a la ceremonia ex presidentes demócratas y republicanos, en honor a la tradición de una transición pacífica del poder, aun cuando la capital estaba siendo patrullada por miles de policías y soldados, sus negocios clausurados debido a la pandemia del coronavirus.
“La voz del pueblo se ha hecho escuchar y la voz del pueblo se ha hecho respetar. Hemos vuelto a aprender que la democracia es algo invaluable, que la democracia es frágil. A esta hora, amigos míos, la democracia venció”, expresó Biden.
“Este es el día de Estados Unidos. Este es el día de la democracia. Es un día de historia y de esperanza, de renovación y dedicación”, añadió.
Seguidamente mencionó los desafíos que le esperan, entre ellos la pandemia que ya ha causado más de 400.000 muertes en Estados Unidos. Enfrente tenía el desolador panorama de una ciudad con sus negocios cerrados, reflejo de los estragos económicos que la enfermedad ha dejado.
A pesar del acontecimiento histórico, el presidente saliente no ofreció ni el más mínimo saludo.
Desdeñando la tradición, Donald Trump se fue de Washington por la mañana, negándose a acompañar a su sucesor al Capitolio como ha sido la vieja costumbre.
Si bien tres presidentes anteriores—Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama— acudieron a la cita, Trump —a punto de ser sometido a un segundo juicio político por instigar el asalto al Capitolio— voló a Florida tras animar a sus seguidores con la mentira de que la victoria de Biden fue ilegítima.
Biden, en su tercera contienda por la presidencia, centró su candidatura menos en una ideología política específica y más en unificar una coalición de votantes alrededor de la noción de que Trump representaba una amenaza existencial para la democracia del país.
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